Modesto Rivero González
Presentación del Orador de Orden Por Aníbal Márquez Gómez
Señoras y señores
A los que nos gusta la lectura, cuando tenemos tiempo para ello,
acostumbramos darle prioridad a algunos libros tomando como motivos, algunas
veces, la importancia del escritor, el estilo de moda, la vigencia del tema,
etc. Cuando cae en nuestras manos un pequeño libro, de aquellos que se editan
con esfuerzo y a destiempo, apadrinados por alguna institución benefactora,
optamos por dejar su lectura para después, quizás porque nos ha costado menos
adquirirlo.
El día 7 de junio de 2006 recibí, dedicado por sus propias manos, un ejemplar del libro Siempre Alumbrando de mi amigo Modesto Rivero González. Tal ejemplar corrió la misma suerte que he descrito arriba .. Para ese entonces el trabajo diario me había puesto en lista de espera, entre otros; dos libros de Saramago, el Bolívar en Vivo de Francisco Herrera Luque, Las siete Iglesias de Milos Urban y La Hija de la Fortuna de Isabel Allende, sin embargo, cercana la navidad y aprovechando el asueto que aparentemente ella produce, me tropecé con la lectura de aquel pequeño pero hermoso libro de Modesto, quizás porque nos encontrábamos en los días en que nació la "Luz del Mundo", y puedo decir que de él recibí una primorosa lección de paz, de pueblo, de grandeza espiritual, pero sobre todo una inmensa dosis de lo que significan los entrañables valores familiares. En esos versos no asistidos de ninguna regla poética que no sea la expansión anímica del poeta, ni apretujada en las actuales corrientes que tan acertadamente maneja el querido republicano Licenciado Luis Emilio Romero Patiño; pero de tesis descriptiva y didáctica adornada con los colores del candor y la dulzura que produce el afecto familiar, la amistad sincera , y el paisanismo pueblerino de aquellos que, como Modesto, aman profundamente el lar donde nacieron. Al leer los versos allí escritos pensé que para definir la personalidad del Dr. Modesto Rivera González era necesario analizar su poema:
La Imagen de Dios:
A su imagen y semejanza
El hombre perdió esa imagen
Por su desobediencia en el Edén
Dios vino en Jesucristo
Y nació en un pesebre
En Belén de Judá/ Murió y resucitó
A fin de restaurar
Su imagen de hombre
El hombre puede recuperar
La imagen de Dios
Aceptando a Jesucristo
Como Rey y Señor"
Este poema, seguramente inspirado_ en el Libro del Génesis, nos reafirma, la doble cualidad que nos adorna como humanos: materia y espíritu. En efecto el espíritu de Dios, que en un principio "se movía sobre las aguas" necesitó de su encarnación para darnos a Jesucristo, humano y semejante a nosotros en carne y espíritu, con la misión específica de nuestra salvación.
Ocurrió que esa salvación estuvo y está más en nuestras manos que en las del Señor, pudiendo nosotros escoger entre el bien o el mal. Por supuesto que hubo algunos que en vez de la paz escogieron la guerra de ayer y asesinaron seis millones de inocentes en los campos de concentración de Europa, hubo otros que ya no por motivos raciales o religiosos, sino porque para ellos la guerra es un gran negocio, se dedicaron y se dedican a masacrar mujeres, niños y ancianos en lrak y Afganistán; para imponer una dominación que nunca lograrán, porque "Alá o Javé o Jehová o Dios es grande" y no lo permitirá.
Hubo otros en cambio que liberaron de la opresión a sus pueblos: uno con un simple "huso" para boicotear los textiles del imperio británico e independizar a la India, otro con la palabra y sus sueños sobre las colinas de Alabama: "Libre al fin ... ¡ Soy Libre al fin!", sembró con su sangre el derecho de todos a ser iguales en el color y en la vida. Y aquí en nuestros pueblos margariteños hubo y hay héroes actuales pero silenciosos, que esconden su grandeza en el humilde ropaje de la sencillez, que se despojaron de la vana ostentación para "alumbrar" con la palabra de la amistad sincera y del amor profundo al Señor, esencia de todo valor humano. Modesto Rivero González, es uno de ellos; quizás el más patético.
Nacido el 24 de septiembre de 1928 en un pueblito que no tenía escuela, se vio obligado a pedalear diariamente su bicicleta para encontrarse con las sabias enseñanzas del maestro de todos Víctor Aumaitre Villarroel en nuestra querida Escuela Federal Graduada Matasiete y luego de tanto darle a los pedales de la vida se hizo médico cirujano en la Universidad Central de Venezuela en 1954 y Doctor en Ciencias Médicas en 1964, por cierto el primero de tantos médicos nacidos en el dignísimo pueblo de El Maco. Escoge como especialidad la cura de la carne más enferma y deteriorada de todas, la más terrible patología que azota la humanidad, con ello prueba su fe en el hacedor de milagros de Galilea, pero advierte que a éste, más que dar vista al ciego del estanque de Siloé, más que sanar al paralítico de Galilea, más que resucitar a la hija de Jairo y a su amigo Lázaro, en fin más que sanar el cuerpo, le interesa dar salud al alma; se decide llegar a Cristo que curaba enfermos y decía "anda y no peques más", como camino para llegar al padre. Para ello escoge una de las muchas sendas, caminos, vías que nos hacen encontrar a El Salvador del Mundo y se diploma en Teología en el Instituto de Capacitación Teológica de la Iglesia Presbiteriana de Venezuela el 29 de marzo de 1974, lo cual confiesa, sin inmutarse, que es su segundo nacimiento.
Así pues se conjugan en este extraordinario ser los dos elementos básicos de la semejanza entre Dios y los hombres. Pero no se queda allí el accionar de Modesto Rivera González: parlamentario y aspirante a la Presidencia de la República, expresidente del Centro Cultural Salivar, cofundador de esta noble institución, la Fundación República Insular, de su pluma nacen varios libros dedicados unos a magnificar su fe, otros a contribuir con la ciencia médica y uno titulado Yo Soy Maquero, con el que se reafirma que la raíz inmutable siempre será la base del árbol frondoso y pródigo, y demostrando con ello lo que dice sobre los intelectuales Mauríce Blanchot en el prólogo a la última edición del "Yo Acuso" de Emilio Zolá:
labor, sino que nos acerca a lo que se hace en el mundo para que juzguemos y consideremos lo que en él se hace".
Nuestro personaje de hoy, es pues un científico de relevantes méritos, pero es también un dignísimo pastor religioso para alabanza y gloria del Señor del universo, con lo cual se destruye la tesis del positivismo de Eduardo Cante, expresada en el "Discurso del Espíritu Positivo"; acerca de que al final la ciencia y la racionalidad estarán por encima de lo teológico o metafísico. Puesto que no podemos olvidar que toda ciencia viene de Dios, es Él el gran creador de todo lo que positivamente existe, y si se pretende dar a la mente humana la capacidad de analizar y comprender los tres estados: el fetichista, el teológico y el positivo, recordemos una vez más que el hombre viene de Dios, es su creador, sea con la adornada creación bíblica de Adán y Eva, o sea reconociendo la teoría darwiniana de la evolución. Por todos esos méritos innegables no sería justo terminar estas palabras, dedicadas a manera de presentación del Orador de Orden en este octavo aniversario de la Fundación, sin recitar aquí algunas estrofas de su hermoso poema "No llores amada", de un Modesto Rivero, que afortunadamente goza de buena salud, pero que en dicho poema se nos presenta presunta y definitivamente ausente:
"No llores amada"
Cuando yo me haya ido.
Yo sé que te hago falta,
Y si algo lamento
Es tener que dejarte.
Pero piensa que entonces
Seré libre, más libre
Que lo que soy ahora.
Y ¡que bueno es ser libre
Como lo soy en Cristo!"
"Y ya libre del mundo,
Del pecado angustiante,
Seré libre por siempre
Al lograr la victoria
Sobre la misma muerte
Y verme en la presencia
Del Señor de la Gloria".
Era la convivencia vecinal que unía y compartía las necesidades sin pedir recompensa. Era la unión estable de la pareja donde la mujer tenía por meta atender al señor, tener y cuidar todos los hijos que diera la providencia. Del vientre muy fecundo de Modesta, la señora Modesta y de su esposo Marcos, en penúltimo esfuerzo maternal nació Modesto. Modesto Mercedes, un día lunes 24 de septiembre del año bisiesto 1928, hace hoy, exactamente, ochenta años. En ese ambiente de límites geográficos y culturales superó la niñez, la escolaridad primaria en su pueblo natal y en Santa Ana. Caracas le dio el título de bachiller y en la Universidad Central de Venezuela, después de periplo extranjero en Montevideo, aventado por la dictadura perezjimenista, se hizo médico cirujano, el primero que tuvo El Maco, el primer orgullo hipocrático del pueblo.
El arte galénico lo ejerció en Los Millanes con atención de emergencias para pacientes maqueros como retribución a los múltiples dones que le otorgó su pueblo. .Se hizo oncólogo luego de regresar a la ciudad capital donde fundó escuela en el hospital universitario de Caracas y ayudó en su ejercicio a innumerables pacientes de toda Venezuela, con preparación especializada en los Estados Unidos de Norteamérica. Sus trabajos científicos avalan su experiencia y son aportes para la ciencia nueva de su tiempo. Como todo venezolano por el destino de su pueblo incursiona en la política, empieza en la disputa por la presidencia del Colegio de Médicos del Distrito Federal. Luchas, azares, compromisos lo empujan a mundos borrascosos y entre humos de cigarrillos y elixires etílicos recita poesías, improvisa discursos y disfruta liderazgos. Así lo conocimos y compartimos con él momentos de alegrías vacacionales cuando en cualquier lugar y con cualquier excusa nos hacía recitar o improvisar intervenciones. Fue época de efervescencia cultural cuando en seccionales de nuestro Centro fue líder indiscutible en Caracas, el Zulia, Puerto La Cruz y El Tigre.
A la admiración para el médico eminente se sumaba el deseo de lograr sus dotes de brillante orador, a veces los humanos se embriagan con los éxitos. Y en ese trajinar eufórico un violento golpe visceral casi lo mata y en su recuperación miró la nueva luz, la del Señor, la de Jesús, la del líder del amor. Y desde ese entonces es Modesto Mercedes el hombre nuevo, el que profesa y enseña amor, reclama justicia y propone la doctrina de Cristo, el Redentor. Así un partido político lo hizo competir para la presidencia de la República y con estas nuevas metas se propuso ser gobernador de nuestro Estado para servirnos a todos, pero como a Cristo lo confundieron con un vulgar politiquero que no ofrecía las villas y castillos de los demagogos que empeñan la conciencia de los pueblos con una oferta que nunca cumplirán.
Actualmente vive con su esposa lsaura (su amada Narzo, cercana, solicita, guia inseparable), en la ciudad crepuscular de Juangriego, alejado del «mundanal ruido» de las metrópolis donde convive circunstancialmente con sus hijos: Marcos Antonio, lsaura Mercedes, Simón Luis y Lidia Esther. Su hogar lo inspira, sus hijos, familiares y amigos lo admiramos y cuidamos como cuando hace muy poco tiempo fue intervenido muchas veces quirúrgicamente para tratarle una patología abdominal que, por encima de los médicos, él superó con la fe en el Señor y las oraciones constantes de todos. Confieso que mi fe falló cuando en una de esas visitas en la sala de terapia intensiva de un centro médico privado, mi opinión profesional creyó que todo había terminado. Pero aquí está nuestro Modesto Mercedes, el médico espiritual ahora, el líder de siempre, el conductor de voluntades, el incansable orientador de conciencias con sus escritos periodísticos semanales, su producción literaria versificada y con muchos bríos para vivir una renovada etapa cuando cumple desde hoy sus ochenta años. A la gente la marca el nombre que le asignan: Modesto es modestia, humildad, armonía opuesto a Narciso, que en el más elemental concepto psicológico es aquel que profesa amor a su propia imagen.
Doctor Modesto Mercedes Rivera González, mi admirado colega, mi dilecto amigo, mi cercano pariente, mi paisano maquero, lo dicho es palabra del intelecto, con sentimiento del corazón e impulso de los afectos. ¡Feliz cumpleaños distinguido octogenario!
