Francisco Narváez Rivera
A su regreso a Venezuela en 1931, Narváez se encontró con el
hecho que su propuesta artística rompía con los esquemas estéticos vigentes
hasta ese momento. No obstante, Narváez no hizo concesiones de ningún orden,
creando por primera vez en el país un lenguaje escultórico propio, asociado a
las raíces nacionales, exaltando y valorando además la belleza de sus elementos
étnicos. Esto le valió que poco a poco, su obra recibiera el reconocimiento
general. En 1934, se le encargó la realización de la fuente de Parque Carabobo
en Caracas; entre 1937 y 1939, por recomendación del arquitecto Carlos Raúl
Villanueva, realizó varias obras de relieve para las fachadas de los museos de Bellas
Artes y de Ciencias Naturales de Caracas. En 1939, viajó a Nueva York para
decorar el Pabellón de Venezuela en la Feria Mundial de esa ciudad. En 1943,
realizó una de sus obras más emblemáticas: Las Toninas; fuente ubicada en la
plaza O'Leary de El Silencio.
En 1948, obtuvo el Premio Nacional de Pintura en el Salón IX
Oficial de Arte Venezolano. Entre los años 1949 y 1952, ejecutó varias obras
para la Ciudad Universitaria de Caracas, incluyendo los frescos para la capilla
de la Universidad. En 1952 realizó la escultura ecuestre del general Rafael
Urdaneta ubicada en la plaza La Candelaria de Caracas. Un año después fue
nombrado director de la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas de Caracas. En
1954, representó a Venezuela en la Bienal de Venecia, Italia. En definitiva,
con Narváez se inició una manera totalmente diferente de ver la escultura en
Venezuela. En tal sentido, es el primer escultor venezolano en romper todas las
reglas académicas existentes. Además fue el pionero en la utilización de la rica
variedad de maderas del país y el primero también en hacerlo en gran escala,
con las piedras nativas: sobretodo con las de Cumarebo y Araya.
En 1979 participó junto a Héctor Poleo a Venezuela, en los
segundos encuentros internacionales de Arte Contemporáneo, celebrados en el
Grand Palais de París. Ese mismo año, se inauguró en Porlamar el Museo de Arte
Contemporáneo Francisco Narváez, para el cual el artista donó una serie de
obras (35 esculturas, 11 pinturas y varias serigrafías). En 1981 ejecutó para la
empresa LAGOVEN, S.A. la escultura monumental Gran Volumen para la planta Amuay
y, en 1982 terminó una de sus últimas obras, la escultura Armonía de Volúmenes
y Espacio, realizada para la C.A. Metro de Caracas.
