Emiro Marcano Maza
Voy a aprovechar la oportunidad que se me brinda de «presentar»
(entre comillas) a una de las personas más valiosas de la contemporaneidad
margariteña, para hacer algunos comentarios sobre esta figura de protocolo
barato que llaman «la presentación del Orador de Orden».
Entre las acepciones que El Pequeño Larousse hace del verbo
presentar están las siguientes: «Poner algo delante de alguien para que lo vea,
lo juzgue o lo tome, etc.» «Mostrar alguien una persona a otra para que la
conozca, dando su nombre» «Asistir una joven a su primer baile en sociedad»,
bastarían estas tres para desvirtuar la mala costumbre de que, una persona que
por sus méritos, su habilidad retórica o su elocuencia ha sido designado para
pronunciar el discurso central de un acto público, necesite que alguien, la
mayoría de las veces de escasos o menores méritos que el presentado, se
encargue de hacer una exégesis de la vida de aquel.
La circunstancia se hace aún más enojosa si el Orador de Orden
reúne tantos atributos intelectuales, profesionales y éticos, previamente
esparcidos en la comunidad donde el acto se realiza, que todo el mundo lo
conoce y lo admira por formar parte de ella, por lo que es y no por lo que un
escogido presentador vaya a decir de él. Se corre incluso el riesgo de quedarse
corto en la enumeración de esos atributos y en la exaltación de esos méritos, y
esto lo digo, porque abarcar todos los aportes que Emiro
Marcano Maza ha dado a
la cultura, a la ciencia médica y a su tierra insular, resulta tarea fuera de
lo común, aunque la ya advertida expresión de que el conocimiento de su
singular personalidad está regado por todos los rincones de estas islas, me
absuelve en caso de omisiones involuntarias.
En efecto, el muy conocido precepto evangélico que «por sus obras los conoceréis» es milimétricamente aplicable a
este personaje; sin embargo, debo decir con pleno convencimiento y conocimiento
de causa que Emiro es lo que
es por sí mismo y que no necesita demostrar la hechura de sus obras para
impresionar a los que lo rodeamos, me bastaría con decir que él es. Basta un
simple trato circunstancial o una conversación coloquial sobre algunos temas de
interés para darnos cuenta de la profunda humanidad que lo envuelve, y el aura
de su sencillez, la calidez de su trato y la espiritualidad de su ser nos hacen
advertir que estamos en presencia de alguien que realmente está hecho a imagen
y semejanza del creador.
Pero debo presentarles mis disculpas porque para cumplir con el ya dicho mal hábito protocolar debo relatar algunas de las vivencias más importantes, a mi juicio, de este necesitado aporte que nos llegó de El Maco a estudiar el 6° Grado de educación primaria en nuestra querida Escuela Matasiete cuando corría el año de 1949, lo que le sirvió también para guardar su quejumbrosa bicicleta en casa de la familia Lárez Velásquez y a la vez recibir los primeros dardos fulgurantes de los ojos negros de la menor y más bella flor de ese jardín.
Lo llamé aporte porque Santa Ana del Norte tuvo la suerte de recibir de él todas esas cualidades que lo formaron, a cambio de llevarse a Edilia, años más tarde, cuando el Liceo Antonio José de Sucre de Cumaná lo hizo bachiller, la Universidad Autónoma de Puebla en Méjico, la Universidad de Los Andes en Mérida y la Escuela Vargas de la Universidad Central de Venezuela, lo hicieron Doctor en Medicina con Postgrado en el estudio de la conducta humana, también llamado Siquiatría, bajo la dirección del insigne profesor Dr. Jesús Mata de Gregario.
Pero hace
algunos instantes hablábamos de aportes y tenemos que seguir haciéndolo, porque
Emiro fue el
iniciador de la siquiatría margariteña. A la tierra salada y ventosa de estas
islas le dio la oportunidad de regular el comportamiento síquico de la especie
a través de la ciencia, no en balde uno de los salones del Colegio de Médicos
del Estado Nueva Esparta lleva su nombre y ostenta el premio de ensayo del IPASME
con su libro: La Droga
Enfermedad Social. A esta
obra se le unirían Crisis de
la Adolescencia, Verba Médica y últimamente Hacia la Pareja Estable.
Pero aún hay más aportes: La cultura popular de Margarita y Coche, recibió de él los constantes esfuerzos por dar a conocer nuestros valores autóctonos y para ello fue cofundador de la Federación de Centros Culturales del Estado Nueva Esparta (FEDECENE) hoy en las dignas manos del Sociólogo Jesús lndriago Campo, para lo cual caminó los polvorientos caminos de las islas sembrando esperanzas del ser margariteño, igualmente fue cofundador del Grupo de Trabajo Pedro Ángel González en compañía de los maestros de todos: Víctor Aumaitre Villarroel, José Jesús Salazar y José Elías Díaz Villarroel y por si fuera poco un día se le ocurrió la idea quijotesca para algunos, realidad de hoy para todos de cofundar también esta república aún no separada del territorio de Venezuela que se dice llamar la Fundación República Insular.
«Pero nada de esto sería posible, si no hubiese brotado como agua de manantial, del alma sencilla, soñadora, quijotesca, poeta y apacible de Emiro Marcano Maza. La República Insular es este hombre, es como un espejo donde se reflejan sus angustias, sus bondades y su personalidad. Es el faro que guía nuestras barcas hacia el sitio de la pesca buena, emulando a aquel joven de Nazaret que en medio de la tempestad reclamó la fe de sus amigos ante la adversidad momentánea, el que caminó sobre las aguas para demostrar que hasta lo imposible se puede hacer realidad, el que ordenó tirar las redes una y otra vez y sin desmayo para saciarlas de peces hasta reventar»
No quisiera extenderme demasiado para no recibir la queja de
otro hermano republicano, quien en una
ocasión similar a ésta me increpó que las palabras de presentación habían sido
más largas que el discurso de orden. Sin embargo entiendan ustedes que la belleza
no se puede resumir en unas pocas palabras; de las almas buenas y los espíritus
nobles se puede estar hablando por
generaciones sin cansamos.
Las virtudes de Emiro son tan elevadas que a veces nos parece no encontrarle los defectos que como ser humano seguramente tiene, sin embargo reúne en sí tantas buenas cualidades que pareciera estar distante del diario acontecer de la vida sobre todo, cuando distanciado de las inquietas rebeldías juveniles ha conseguido en Cristo Jesús la vía expedita para encausar tanta luminosidad y tanta hidalguía.
Sin embargo
debo confesar que me faltó decir, para colmo, que el presentado es también
poeta, sus décimas o espinelas son condimento obligado de cada circunstancia en
la que esté envuelta la cotidianeidad margariteña, más aún si las combina con
la chispa tacarigüera de Dámaso Guzmán, las letras de sus canciones, sobre todo
cuando las bendice la genialidad musical de Beto Valderrama Patiño, son
alternativas para lograr el solaz cuando la agitada vida nos agobia y nos cansa,
esto en lo popular, porque en lo clásico, es un fino sonetista que domina el
verso endecasílabo con singular maestría, y su vena de poeta expresa el
sentimiento y la intimidad de sus adentros.
Es por
ello que estoy pensando que con hablar de esta última faceta de hacedor de
poesía me hubiera ahorrado lo dicho anteriormente, porque el que escribe versos
tiene la inmensidad del mar entre sus ojos, el que escribe versos tiene el
rojizo atardecer del crepúsculo entre sus manos, el que escribe versos tiene la
verde campiña, el bullicioso trinar de los pájaros, el presuroso rumor del
arroyo y la dulce miel de las colmenas en el palpitar de su corazón, pero aún
más: tiene la sonrisa de Dios entre sus labios.
Yo nací y viví mis primeros años en El Maco, después vine a estudiar sexto grado en Santa Ana y empecé a querer a Santa Ana donde conocí a quien hoy es mi mujer, cuando apenas
tenía siete años. Luego, me fui a Cumaná y aprendí a querer a Cumaná. Posteriormente, tuve que irme a México, y estuve en ese país durante tres años sin venir a Venezuela y también lo aprendí a querer. En México me di cuenta que era pequeño El Maco, pequeña Margarita, pequeñ,1 Venezuela, y que los gentilicios, en consecuencia, no deben ser para diferenciar a las gentes, porque somos gente de la tierra, somos gente del mundo.
2. LA POLÍTICA
Cuando hacía las pasantías en la Maternidad de Mérida, el Dr. Uzcátegui, nuestro Maestro de Ginecología, nos decía: «les aconsejo que no se metan a la política, porque es como una mujer que exprime a los hombres y después que los exprime los bota como un bagazo». No es la política, Maestro Uzcátegui, que usted ya está en el cielo, sino los partidos políticos, la politiquería, que perturba a la gente. Es un error decir: yo no soy político. Al vivir en una ciudad, en un pueblo, obedeciendo normas y principios civiles, cívicos, se es político. De modo pues que la politiquería divide a los hombres en grupos enemigos. Por eso, yo aprendí de la lección del Maestro Uzcátegui a no pertenecer a ningún partido político, porque mi libertad personal para mí es sumamente valiosa y yo no quiero que me la controlen.
3. LA PROFESIÓN
Como ustedes saben, yo soy médico psiquiatra. A veces ejercer una profesión da margen para las ínfulas.Pero, cuando yo veo en la casa que unos muchachos del pueblo están limpiando el jardín y me los quedo viendo cómo limpian la belleza natural de las flores que dan esos arbustos, pienso:
yo no sé hacer eso, yo no puedo hacer eso. Entonces, no debe haber diferencias entre las profesiones; cada persona tiene un talento que le dio Dios para defenderse en la vida. De manera que ésta es otra cosa que nos divide: porque yo soy médico, tú eres abogado, tú eres ingeniero; pero es que el jardinero
también es importante y la persona que nos cocina los alimentos también es importante, porque sin ellas nosotros no pudiéramos comer. Entonces, que tampoco sea la profesión un motivo de distanciamiento o diferenciación entre los hombres, porque nosotros vamos a necesitar del jardinero, del cocinero, del chofer, de todos, porque nadie es completo. Todos estamos en esta vida para ayudarnos unos a los otros.
4. LA FAMILIA
Edília se me metió en la vida desde muy temprano. Y luego estuve por el mundo: Cumaná, Mérida, México,Ciudad Bolívar; hice todas las diabluras que ustedes se puedan imaginar. Luego, llegué aquí al terminar ese periplo y me dispuse a construir una familia. De allí desprendo un mensaje para los muchachos y para los padres que tienen muchachos: déjenlos que hagan cosas, oriéntenlos para que superen esa etapa de la adolescencia, esa fogosidad de la primera juventud y después, cuando
se asienten, que se decidan a hacer familia, porque en esa familia va a reinar la felicidad. Confieso que soy feliz con mi esposa, mis cuatro hijos y, sobre todo, con esa nieta bella que en mi casa llena a todos de mucha felicidad. De modo, pues, que la familia es clave.
5. LA SALUD
En Margarita somos dulces y salados. Aquí hay muchísimos diabéticos y muchísimos hipertensos, porque abusamos de los dulces y de la sal. Entonces, me preocupa, como médico, cuando veo a una persona que no se cuida, una persona joven que altera su salud por propia voluntad. Entonces,
tenemos que cuidar esta salud, porque es un don que nos ha dado la naturaleza para vivir con ella de la meJor manera posible. La salud depende de lo que hagamos con la boca; de lo que hagamos con ella tendremos o no una salud equilibrada.
6. DIOS
Sobre todas estas cosas está Dios. El hombre con sus técnicas, su ciencia y adelantos de toda índole, se ha creído que él es el dueño del mundo, de la creación, de la naturaleza, pero cuando sucede una tragedia como laque ocurrió en el Estado Vargas y en toda Venezuela, entonces nos ponemos chiquiticos y empezamos a rezar, a pedir y a creer que sí es verdad que existeDios. Para vivir en armonía debemos estar conscientes que estamos trabajando para el bien de todos con la convicción
de que estarnos disfrutando algo que nos ha dado alguien que no sabemos quién es y que le vamos a poner el nombre de Dios y que lo vamos a reconocer como Dios.
7. EL AMOR
reflexiones.
La experiencia es una lima
cuando recorre el camino
que de rudo lo hace fino
hasta cumplir la misión
de arar orgullo y pasión
