María Luisa Cáceres Díaz
Por Antonio Rafael Deffitt Martínez
José Domingo Cáceres, latinista
y pedagogo de Caracas, tuvo por esposa a Carmen Díaz. Hija de ellos, María
Luisa, después llamada simplemente Luisa, llegó a ser la más famosa heroína de
la independencia de Venezuela. Nació en la mentada ciudad el 25 de septiembre
de 1799, y recibió la educación de todas las muchachas de buena familia en aquellos
lejanos tiempos. Costumbres severas, prácticas religiosas, quehaceres del
hogar.
Mariano de Briceño, deudo y
biógrafo de Luisa, nos dice: «Entrado el año de 1814, la primogénita de Cáceres no había cumplido
los quince años cuando sus atractivos personales se presentaban con rara brillantez.
Era su estatura tal vez menos que mediana; en su cuerpo competían lo acabado de
las formas con la sencilla gentileza de su porte, y a las bellas facciones de
su rostro daban expresión particular la pureza de su alma y los cándidos
pensamientos de la infancia.» Un amigo de los Cáceres, el General José Félix
Ribas, les presentó en un día de Navidad al joven Coronel Juan Bautista
Arismendi, y éste quedó vivamente impresionado por los encantos de la
jovencita, al punto de que poco después hizo saber sus pretensiones
matrimoniales a los padres de Luisa.
Arismendi
había enviudado en Margarita, su isla natal. Los azares de la terrible lucha de
independencia hicieron que Arismendi se viese obligado a marchar a su terruño,
donde era particularmente útil, sin que sus aspiraciones hubiesen tomado forma
muy definida. Por su parte, Luisa empezó a experimentar en carne propia los
horrores de la implacable contienda. En el mismo año de 1814, su padre fue
sacrificado en Ocumare por las fuerzas de Rasete, y Félix, uno de los dos
hermanos menores de Luisa, no tardó en sufrir la misma suerte. No le perdonó el
encono de los enemigos, a pesar de ser un niño. Llegado el mes de julio, emigró
al Oriente de la República en unión de miles de habitantes · de Caracas que huían
aterrados por la proximidad del siniestro José Tomás Boves. Estos infelices
siguieron a Bolívar y a Ribas, en marcha a pie y en medio de indescriptibles
desazones. Hambre, sed, enfermedades, el sol quemante unas veces, las lluvias
otras. Centenares murieron en el camino por no poder resistir las fatigas y
rigores crecientes.
Semanas
después, los Cáceres llegaban a Cumaná, y como Boves tomase esta población,
huyeron a Margarita. Arismendi les recibió con los brazos abiertos, y les
procuró habitación, vestimenta y los otros recursos indispensables. El 4 de diciembre
de 1814 se celebra su matrimonio con Luisa. A principios del 1815, Arismendi se
encuentra al frente del Gobierno Provisional de la isla, y a la llegada de
Morillo a la cabeza de poderosa escuadra, se refugia con su esposa en el Norte
de Margarita.
Los jefes
españoles, que hasta ahora habían fingido generosidad para con los rebeldes de
la isla, resolvieron poner una trampa a Arismendi para hacerle preso. El
valiente margariteño fue avisado a tiempo y huyó de su casa. Cobián, el
Comandante enemigo del Norte, montó en cólera ante el fracaso de su alevoso
plan y resolvió la prisión de la esposa del fugitivo, el día 24 de septiembre.
La joven fue conducida a La Asunción y puesta al cuidado de la familia Anés.
Todos los bienes de Arismendi fueron confiscados, mientras él se escondía en
las montañas del Copey. Dos meses más tarde, Luisa era trasladada a un calabozo
oscuro y húmedo en el famoso castillo de Santa Rosa. Algunos éxitos militares
de Arismendi le permitieron hacer prisioneros a varios españoles, y entre ellos
al Comandante Cobián, del castillo donde se hallaba encarcelada Luisa Cáceres.
Los jefes enemigos propusieron al soldado patriota el canje de su esposa por
Cobián y otros de los prisioneros. «Diga usted al jefe español que sin patria
no quiero esposa», respondió Arismendi.
Luisa dio
a luz en el castillo una hija que nació muerta, a causa seguramente de los
malos tratos infligidos a su madre. Fue conducida a La Guaira y tratada con no
menos dureza; pasó ocho meses recluida en el Convento de la Inmaculada Concepción,
de Caracas, y tras este relativo descanso volvió a La Guaira y fue encerrada en
una de las siniestras bóvedas.
A fines
de noviembre de 1816 la embarcaron para Cádiz en El Pópulo, que fue apresado
por un corsario de Estados Unidos. Los cien pasajeros a bordo, inclusive Luisa Cáceres,
fueron desembarcados en Las Azores. De allí pasó la heroína a Cádiz (enero de 1817),
donde las autoridades militares le propusieron la firma de un papel en que
condenara la causa de los patriotas, a cambio de su completa libertad. Luisa
rechazó la proposición con la energía con que habla rechazado varias otras igualmente
indignas en el curso de su larga malandanza.
Al fin,
gracias a la mediación de Francisco Carabaño y de su amigo el inglés Mr.
Totten, logró evadirse de Cádiz, y arribó a Filadelfia, a bordo de una fragata,
el 3 de mayo de 1818. Recibió allí cartas de su esposo, y el 26 de julio llegó
a Margarita, que la recibió con muestras de intenso júbilo. La entereza, la
abnegación y la constante lealtad de esta mujer a su país y a su insigne
marido, no obstante las atrocidades a que vivió expuesta durante cuatro años,
la hacen muy digna de la admiración que hoy se le rinde en toda la extensión de
Venezuela. La inolvidable heroína dejó de existir en Caracas, el 2 de junio de
1866. La Patria guarda sus restos en el Panteón Nacional.-
BIBLIOGRAFIA.
Mariano
de Briceño: «Historia de la isla de Margarita».