José Tadeo Monagas


Maturín   *28.10.1784+18.11.1868

Por Antonio Rafael Deffitt Martínez

Nació, según tradiciones de familia, en un solitario lugar situado a inmediaciones de la ciudad de Maturín, el día 28 de octubre de 1784. Su padre, de origen canario y natural de Caracas, fue Don Francisco José Monagas, y su madre, Doña Perfecta Burgos, oriunda de San Carlos de Cojedes. Dicho señor Monagas, desde muy joven, se avecindó en la referida ciudad de Maturín, desde donde administraba como socio y pariente las ricas posesiones pecuarias de una familia de apellido Fernández. Se le pusieron a nuestro biografiado los nombres de Judas Tadeo; pero como andando el tiempo sólo escribiera la inicial del primero, un uso equivocado trocó por José el nombre de Judas.
Adquirió en su ciudad natal la elemental cultura que el tiempo y el medio permitían. Luego, su propia inclinación y la profesión del padre le llamaron a la agricultura y a la cría de ganados, tareas en las que se vió acompañado del éxito por su clara inteligencia y vigorosa constitución física. El brillante porvenir económico que sus ocupaciones le prometían no vaciló en abandonarlo ante el noble ideal de patria libre, que en el año 1810 se hizo realidad en el pensamiento de muchos venezolanos. A las órdenes de Mariño y de Piar hizo en Oriente sus primeras armas, en los comienzos de 1813, anotando su nombre, ya con el título de Teniente, entre los vencedores de Monteverde y de Boves.

Asistió al primer Carabobo, y luego, al mando de Bolívar y Mariño, sufrió la derrota de La Puerta, el 15 de junio de 1814. Formó en la famosa emigración de Oriente, y se halló en los terribles combates de Aragua, Maturín y Urica. Combatió sin descanso en los años 1815 y 16, adscribiéndose en 1817 a las tropas de Bolívar, que recogían ya el fruto de las expediciones de Los Cayos. La posesión de Guayana iba a ser base firmísima de las operaciones del Ejército libertador. Iniciada la campaña de 1818, Monagas estuvo en la sorpresa de Calabozo y en todos los combates que se libraron por estos días para obtener la posesión del Centro de la República.

 Derrotado en la tercera batalla de La Puerta, volvió a Oriente, fijando su cuartel en la villa del Pao, desde donde pudo ayudar, en 1819 y 20, a las operaciones de Urdaneta y de Bermúdez. Sus servicios en la campaña que culminó en Carabobo el 24 de junio de 1821 fueron premiados por el Libertador con el grado de General de División, que le expidiera, desde su Cuartel General del Rosario, de Cúcuta, el 1 º de octubre del mismo año.

Vuelto otra vez a la Gobernación Civil y Comandancia Militar de Barcelona, terminada la guerra en Oriente, Monagas se despojó de sus arreos de combatiente, y optó por retirarse a la vida privada. Había contraído matrimonio en 1817 con Doña Luisa Oriach , y dedicaba ahora todas sus actividades al trabajo honrado, al culto del hogar, a la educación de los hijos. Los sucesos de 1830 le llamaron otra vez a la actividad política y militar, y fue entonces partidario decidido de  conservación de Colombia y del mando del Libertador. La muerte del grande hombre apagó su entusiasmo y le hizo volver a la vida privada. Su solidarización con compañeros militares le hizo figurar entre los reformistas de 1835, actitud que luego depuso para ahorrar a su Patria inútil derroche de energía en una guerra civil.
En 1847 fue elegido Presidente de la República para suceder al General Carlos Soublette. Durante su gobierno tuvieron lugar graves acontecimientos, entre ellos el atentado del 24 de enero de 1848, que dió al traste con la independencia del Congreso y entronizó al Poder Ejecutivo. Impuso a su hermano José Gregorio para sucederle en la Presidencia, iniciando uno de los más desastrosos nepotismos de la historia de Venezuela. Terminado su gobierno, continuó prestando a la Nación servicios de orden militar.
El Congreso de 1854 le ascendió a General en Jefe de los Ejércitos de la República. El 20 de enero de 1 855 fue otra vez elegido Presidente de la República. Después de tres años de duro y agitado gobierno, cuando pensaba en la reconstrucción de la Gran Colombia de Bolívar y trazaba planes para una futura reelección, una revolución acaudillada en Valencia por el General Julián Castro echó por tierra sus proyectos y le puso en la dolorosa situación de presentar renuncia de la Suprema Magistratura que ejercía, lo que hizo ante el Congreso Nacional el día 15 de marzo de 1858.

Después de cinco años de proscripción volvió a la patria en 1864. Eran los propios momentos en que la Revolución Federal triunfaba definitivamente. Monagas se dedicó entonces a reparar sus  abandonadas propiedades, aunque siempre pendiente de la  marcha de la política nacional. Como Jefe de la Revolución Azul, marchó sobre Caracas en junio de 1868. El vacilante Gobierno del Mariscal Falcón, ahora en manos del famoso Ministro de la Guerra General Manuel Ezequiel Bruzual, tocaba a su fin . Los combates del 22  at 25 de junio le dieron la posesión de la capital y la jefatura del Gobierno. Organizado éste, Monagas se dedicó a la pacificación de la República, y estuvo en Valencia y en Puerto Cabello. Por agosto de 1868 se pensaba en él como candidato para la Presidencia, al reanudarse el hilo constitucional.

Con generoso desprendimiento expuso su negativa, y dejó que un gobierno  provisional, con hombres eminentemente civiles, entendiera en la organización del Estado. Una campaña afortunada le había dado la victoria sobre un Gobierno débil y anarquizado. Pero el caso era que ya la ambición personal no le impulsaba, por lo que se manifestaba desprendido. Más le faltaba visión política, por lo que no pudo imponer la civilización de los partidos históricos, el acatamiento a todo derecho, la obediencia a las leyes, la libertad dentro del orden, la pulcritud administrativa.

El peso de los años y de los merecimientos hubieron de imposibilitarle en 1868 para levantar la postrada República. En efecto, quebrantada profundamente su salud, resolvió el 24 de septiembre trasladarse al cercano pueblo de El Valle en busca de mejores aires. Desde dicho burgo, en la ocasión de comenzarse los preparativos para las próximas elecciones, soñando días mejores para la patria, dirigió a sus conciudadanos una alocución llamándoles a la moderación, al patriotismo sincero y a la dignidad decorosa, a efecto de escoger buenos, honrados e inteligentes ciudadanos para Miembros del Congreso, Cuerpo llamado a decidir las más graves cuestiones del país.

Después de una ligera mejoría notada el 16 de noviembre, hubo de reagravarse súbitamente y de morir a las diez de la noche del 18. Aunque se esperaba un fatal desenlace, su muerte produjo honda impresión, porque de su mano habían esperado los espíritus  patriotas la ansiada reorganización del país. En 1876 sus restos fueron depositados en el Panteón Nacional. 

BIBLIOGRAFIA.  
«Biografía de Hombres Notables de Hispanoamérica” por D. Ramón Azpúrua.
«Diccionario Biográfico de ilustres Próceres de la Independencia», por el Dr. Vicente Dávila. «Historia Contemporánea de Venezuela», por el Dr. F. González Guinán.
Diversas obras de historia de Venezuela. Arreos: Guarniciones de caballería